Ponencia presentada en el II Foro "Condiciones y posibilidades de la independencia catalana"
UNAM, Ciudad de México, 6 de mayo de 2013
1996, Mérida, Yucatán:
Un grupo de catalanes se propone montar una asociación cultural para reunirse,
hablar su lengua, ver partidos de futbol, ofrecer clases de catalán y realizar
otras actividades destinadas a promover el intercambio entre la cultura
catalana y la cultura maya. Los dueños catalanes de un hotel yucateco prestan
las instalaciones y un abogado meridano casado con una catalana inicia los
trámites para redactar los estatutos y convertirse en A.C. Todo parece listo
para la inauguración.
Los organizadores catalanes reciben entonces una llamada del presidente de otra
asociación civil de Mérida, la Casa de España, que les afirma e insiste que no
pueden crear su organización porque no les han pedido permiso a ellos.
2004, Guadalajara, Jalisco:
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante del
continente americano, propone a Cataluña como país invitado. La idea no gusta
al gobierno español, que protesta. — Cualquiera menos Cataluña —, se dijo en
Madrid, al plantearse la mera idea de la invitación, según recoge el profesor J.M. Murià en su libro Breve historia de los catalanes de México.
2005, Cholula, Puebla:
Una docena de estudiantes de intercambio, la mayoría valencianos y el resto
catalanes, decide participar en una feria de culturas de la Universidad de las
Américas montando una carpa de los Países Catalanes, cocinando cuatro paellas y
preparando agua de valencia, una explosiva bebida hecha de cava, licor y jugo
de naranja, para dar a conocer su cultura. Tres estudiantes españoles se
enteran y les dicen que no pueden participar en la feria con carpa propia, que
se tienen que incorporar a un stand español. Los estudiantes valencianos y
catalanes se niegan y los españoles van a protestar ante la rectora.
Estos ejemplos, verídicos los tres, muestran cómo un antiguo conflicto europeo
viaja a México. En ninguno de los casos, las presiones españolas por suprimir
expresiones culturales catalanas triunfaron. El “Casal Català” de la Península
de Yucatán acaba de cumplir 17 años, ante los ojos supongo que todavía
atónitos, de la Casa de España. La FIL de Guadalajara se celebró con normalidad
en 2004 y fue un escaparate magnífico para la lengua, la literatura y otras
manifestaciones de la cultura catalana. Y el festival cultural de la UDLA se
realizó con un enorme stand de los Países Catalanes, que además ganó el premio
a la mejor muestra gastronómica, no sólo porque las paellas quedaron
espléndidas, sino también, supongo, porque los miembros del jurado acabaron más
que contentos con el agua de Valencia que les habían preparado los estudiantes.
Saliéndome de estos ejemplos, pero quedándome en México, ¿Cómo se puede
entender que, durante el exilio del franquismo, en los años 40, 50 y 70, los refugiados catalanes organizaran concursos de poesía catalana y refugiados españoles,
también víctimas de la represión y la intolerancia fascista se opusieran a la
celebración de estos concursos?
Estas preguntas inspiraron mi ponencia de hoy. No es fácil encontrar una sola
respuesta, pero sí uno de los temas latentes que esconden, el del nacionalismo
español, un nacionalismo que se cree con legitimidad para actuar sobre lo catalán
sea dentro de las fronteras del Estado español, o sea en cualquier parte del
planeta.
Para iniciar una reflexión sobre este tema, y en general, para entender la
relación entre la cultura y la lengua catalanas frente al nacionalismo español,
es útil el trabajo de Michael Billig.
En su libro Nacionalismo banal, Michael Billig explica cómo para las
ciencias sociales europeas, el nacionalismo se entiende como algo de
extremismos independentistas, como en el caso de los irlandeses del norte o los
quebequeses, o de extremismos ultraderechistas y xenófobos, como en el caso del
Frente Nacional francés. Por esta razón, a diferencia de lo que sucede en
México, la palabra “nacionalismo” tiene en Europa o en Estados Unidos
connotaciones negativas. El nacionalismo es lo que practicaban Hitler y
Mussolini, no Gandhi o Lázaro Cárdenas, es lo que ha llevado a guerras y
masacres y sería el gran enemigo de la integración europea, es decir, de buscar
la paz y la prosperidad económica para toda la región, en lugar de que cada
país lo haga por su lado, a costa de perjudicar a otro.
Sin embargo, para Billig, el nacionalismo no se puede reducir a los casos de
extremismo. Hay otro nacionalismo, para el que no hay nombre, que permite que
los estados nacionales se reproduzcan de manera cotidiana, en el día a día y le
da normalidad a la nación. Este es el nacionalismo de los países occidentales,
el nacionalismo invisible, el nacionalismo de los que no se consideran a ellos
mismos nacionalistas.
El autor británico propone llamar a este nacionalismo “nacionalismo banal”, no
en el sentido de trivial o sin sustancia, sino en el sentido que tiene en
inglés la palabra banal, es decir, aburrido, común. Nacionalismo banal
significa, pues, “nacionalismo mundano”, “nacionalismo común”.
El nacionalismo banal hace que los temas relacionados con la nación no sean
considerados “nacionalistas”, sino temas “de sentido común” (p. 4). Esta
aceptación y normalización de la nación, no obstante, no significa que el
nacionalismo banal sea benigno. Michael Billig advierte que, aunque no tenga
manifestaciones totalitarias como las de la ultraderecha, no puede ser
considerado inofensivo. A través del nacionalismo banal, las fuerzas armadas de
un país se pueden movilizar sin largas campañas propagandísticas de
convencimiento ni de preparación política porque la gente ya está preparada
previamente para la lógica de la nación (p. 7).
En España, el poder ha hecho un esfuerzo por esconder su nacionalismo desde
hace tres siglos. Hoy en día, al nacionalismo banal español se le llama “no
nacionalismo”. José María Aznar, presidente de gobierno de 1996 a 2004, afirmó
hace tres años:
“No existe el nacionalismo español. No ha existido el nacionalismo español. Existe la idea de una España unida. Lo que existe es un sentimiento nacional español muy fuerte, muy vigoroso” (Gibson, 2010).
Repasemos este nacionalismo que no existe. Es un nacionalismo que ha tenido un
sueño imperial, en donde la lengua siempre ha sido un elemento clave. Ya a
finales del siglo XV, Antonio de Lebrija, en el prólogo de su Gramática de la
lengua castellana, escribió: “siempre la lengua fue compañera del Imperio”. Pero seguramente es a partir del siglo XVIII, cuando los objetivos
españolizadores empiezan a ocultarse. Así, en 1716, el rey Felipe V da órdenes
secretas a sus funcionarios en Cataluña para que pongan: “el mayor cuidado en introducir la lengua castellana, a cuyo fin darán las
providencias más templadas y disimuladas para que se consiga el efecto sin que
se note el cuidado”. (Ferrer i Gironès, 1985, p. 24)
La idea de forzar el español como lengua común y legalmente superior de todos los ciudadanos, independientemente de cuál sea su lengua materna, es una de las premisas aceptadas como normales por el nacionalismo banal español. De la supremacía legal que impone el español a los que no la tienen como primera lengua no se habla, se acepta como ley natural. Un modelo como el suizo, en donde ninguna de las cuatro lenguas oficiales está por encima de la otra, no encaja en el pensamiento nacionalista español. En España, como decía la propaganda en tiempos de Franco, “si eres español, habla español”.
“Nunca fue la nuestra, lengua de imposición, sino de encuentro; a nadie se le obligó nunca a hablar en castellano: fueron los pueblos más diversos quienes hicieron suyo, por voluntad libérrima, el idioma de Cervantes” (Marcos y Company, 2001).
No deberían sorprender las palabras del rey Borbón. El nacionalismo banal español a menudo niega la imposición violenta del español de la misma manera que niega la persecución del catalán y la presenta como ficción, atribuyéndola a propaganda nacionalista catalana. En respuesta, es necesario repasar los trabajos de Francesc Ferrer i Gironès y de Josep Benet, que demuestran cómo esta persecución no solo ha existido, sino que ha sido sistemática y lo hacen acudiendo a los archivos de España y citando documentos legales.
Compendio de gramática castellana Jaime Costa - 1827 |
Diario de Navarra, 17 de Febrero de 1939 |
Pero Franco ha muerto. De hecho, lleva casi 40 años muerto.
Bueno, en los últimos años, la lengua catalana ha sido sometida a numerosas
sentencias del Tribunal Constitucional. Como si fuera criminal, siempre tiene
algún juicio pendiente, sospechosa de romper la Constitución. A la lengua
catalana se la acusa ahora de imponerse sobre ciudadanos españoles, sobre los
cuales la ley dice que saber catalán es un derecho y saber español es un deber.
Con la muerte de Franco, la desigualdad de condiciones continúa. Así, escuelas,
universidades y ayuntamientos de Cataluña han visto cómo sus esfuerzos de
acción afirmativa por revertir la situación de discriminación histórica y dar
preferencia al uso catalán han sido declaradas anticonstitucionales.
La ley de normalización lingüística, aprobada por unanimidad en 1983 por el
parlamento de Cataluña, propone que la lengua vehicular del sistema educativo
sea el catalán, para garantizar que todos los niños, al acabar su enseñanza,
sean bilingües. Durante los últimos 30 años, si una familia pedía que su hijo
fuera educado en español, se le daba atención individualizada hasta que tuviese
un nivel de catalán que le permitiera integrarse con sus compañeros. Para el
curso 2012-2013, sólo 17 familias pidieron educación en español. A pesar del
consenso que existe en Cataluña sobre este tipo de educación, inspirada en el
modelo de inmersión lingüística quebequés, la ley lleva 20 años bajo el ataque
del nacionalismo español.
Apenas en abril de 2013, un tribunal dictaminó que si un solo niño pide que sus
clases sean en español, esas clases deberán ser impartidas en español y todos
los otros niños recibirán las clases en español. De nuevo, la ley y la
Constitución española se ponen al servicio de la desigualdad lingüística.
Lo que hizo Franco y sus antecesores nacionalistas españoles fue imponer una
lengua ajena en un territorio que tenía una lengua propia. Al decir que se impone
el catalán en Cataluña, lo que se está diciendo es que el castellano es la
lengua natural de Cataluña y que el catalán es la lengua artificial, impuesta.
Este argumento es una premisa, cuidadosamente disimulada, del nuevo
nacionalismo lingüístico español - Si el catalán es una lengua que se impone, el
castellano es la lengua natural de Cataluña -.
Juan Carlos Moreno Cabrera es Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 1993 es catedrático del Departamento de Lingüística, Lenguas Modernas, Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid.
El argumento de que el catalán es una lengua impuesta cuenta también con
presuposiciones políticas. Una es que el catalán tiene instrumentos de poder a
su favor. El poder que tiene el estado español, con Constitución, control de
tribunales y asignación de partidas presupuestarias, quedan invisibilizados,
como si Cataluña tuviera poder de decisión absoluto y el gobierno catalán fuera
soberano. La otra presuposición, que el poder en Cataluña está en manos de
nacionalistas catalanes conservadores y autoritarios y que las decisiones no
son tomadas de manera democrática, ignoran que el Parlament de Cataluña es
elegido cada cuatro años mediante elecciones transparentes.
El proyecto nacionalista español no sólo existe sino que ha variado poco en los
últimos 300 años en cuanto a sus objetivos culturales. El ministro de Educación
español, José Ignacio Wert, lo dejó claro en octubre de 2012: “Nuestro interés
es españolizar a los alumnos catalanes” (Sanz, 2012).
En los últimos 300 años, el proyecto nacionalista español ha demostrado que no
cabe una lengua catalana desarrollada como los catalanes deciden. La lengua
catalana molesta a un nacionalismo que sigue empeñado en españolizar a niños y
que no concibe una España sin la supremacía de la lengua española.
Ante los continuos ataques a la lengua catalana, son cada vez más los catalanes
que llegan a la conclusión de que la única manera de que la lengua sobreviva al
hambre devorador del nacionalismo español es la independencia. Es decir,
teniendo un estado propio que la defienda, en lugar de un estado ajeno que la
intente eliminar.
Referencias
Correo de las Culturas del mundo.
El nacionalismo español frente a la lengua catalana.
Publicacions de l‘Abadia de Montserrat.
Billig, Michael. (2002). Banal nationalism. Londres: Sage.
Ferrer i Gironès, Francesc. (1985). La persecució política de la llengua catalana. Barcelona: Edicions 62.
Garcia i Aranzueque, Raül. (4 de abril de 2013). Només 17 famílies demanen l‘escolarització en català. Avui. Consultado en http://www.elpuntavui.cat/noticia/article/2-societat/5-societat/633753-nomes-17¬families-demanen-lescolaritzacio-en-castella.html
Gibson, Gary. (Director). (2010). Spain‘s Secret Conflict [documental]. Endboard.
“Igual que Franco pero al revés: Persecución del castellano en Cataluña”. (12 de septiembre de 1993). ABC, p. 1. https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-madrid-19930912-1.html
“Las frases lapidarias de Aznar sobre el nacionalismo”. (22 de septiembre de 2012). elPeriódico.com. Consultado en http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/las-frases-lapidarias-aznar-sobre-nacionalismo-2210044
Marcos, P y Company, E. (25 de abril de 2001). La afirmación del Rey de que ´nunca se obligó a hablar castellano´ provoca una tormenta política. El País. Consultado en http://elpais.com/diario/2001/04/25/cultura/988149601_850215.html
Murià, José María. (2012). Breve historia de catalanes en México. México, D.F.: Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Partal, Vicent. (27 de diciembre de 2012). Desmuntar la bogeria valenciana. Vilaweb, consultado en https://www.vilaweb.cat/editorial/4068897/desmuntant-bogeria-valenciana.html
Sanz, Luis Ángel (10 de octubre de 2012). Wert: “Nuestro interés es españolizar a los niños catalanes”. El Mundo. Consultado en http://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/10/espana/1349858437.html
El primer franquisme a Manresa en un clic (1939-1959): La persecució de la llengua catalana. http://www1.memoria.cat/franquisme/content/la-persecucio-de-la-llengua-catalana
Cronologia de la repressió del català de 1560 fins a 2016: https://unilateral.cat/2016/09/20/cronologia-de-la-repressio-del-catala-des-de-1560-fins-a-2016/
¿Existe el nacionalismo español? https://theconversation.com/existe-el-nacionalismo-espanol-205003
Según el profesor de Psicobiología de la Universidad de Valencia, Ferran Suay, en una entrada de su blog titulada: "O dignes o subordinats":
"la sumisión lingüística, un hábito adquirido inicialmente por coacción, ha acabado convirtiéndose en un automatismo para la inmensa mayoría de la población valencianohablante. No es raro. Lo aprendemos desde muy pequeños, cuando nuestros padres cambian al castellano cada vez que alguien se les dirige en esa lengua".
"en el País Valenciano, en lo que se refiere a los usos lingüísticos, allí donde miramos no encontramos modelos positivos. No vemos ni autoridades, ni famosos, ni un solo representante político de ningún partido, que muestre públicamente un mínimo de dignidad lingüística: todos son mezquinamente sumisos al castellano".
- Nuevatribuna.es - Las derechas y la lengua catalana.
"Las derechas españolas jamás han oído con buenas orejas la situación diglósica de Galicia, Comunidad Autónoma Vasca, Navarra y Cataluña. Digan lo que digan, les aterra la pluralidad lingüística de España, pareja a la política. Solo conciben una España homogénea y uniforme como el hormigón".
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