viernes, 5 de mayo de 2023

Sijena, 1936: La Causa General

 

Sijena, 1936: La Causa General



Las columnas libertarias salidas de Barcelona no fueron las que quemaron el monasterio oscense, pese a lo que se ha manifestado hasta ahora. 


El insigne monasterio de Santa María ubicado en la localidad de Villanueva de Sijena (Huesca) ha sido noticia en los últimos tiempos como consecuencia de dos sentencias judiciales. Dichas sentencias tienen que ver con su patrimonio artístico y han enfrentado a las comunidades de Cataluña y Aragón. A raíz del asunto, se han publicado numerosas noticias de prensa y artículos de opinión, en alguno de los cuales se intentaba demostrar algo que se viene afirmando de forma acrítica desde hace tiempo: la responsabilidad de la Generalitat de Cataluña en el incendio y saqueo del monasterio durante la Guerra Civil española. Otras veces lo que se ha dicho es que fue quemado por “los catalanes” o por “milicias venidas de Cataluña” —en el mejor de los casos—, lo que se ha convertido en un mantra repetido hasta la saciedad con muy mala idea. Así pues, responsabilizar sin pruebas a una comunidad vecina, al gobierno de la Generalitat o a su presidente, el malogrado Lluís Companys, está poniendo de manifiesto una intencionalidad que nada tiene que ver con el ejercicio de la ciencia histórica.

El caso es que esta explicación de los hechos se ha aceptado, como decíamos, acríticamente y ya forma parte del discurso popular; cualquiera que visite Villanueva de Sijena y su monasterio podrá comprobarlo: de hecho, el viajero o el turista encontrará allí un cartel informativo donde se alude a esta versión de los hechos. Con todo, para quien esté interesado en lo que aconteció en Villanueva de Sijena entre julio y agosto de 1936 es fundamental la lectura de la “Historia de Sijena”, de Julio Arribas Salaberri, editada en Lleida en 1975. Arribas, sijenense ilustre y testigo directo de los hechos —fue secretario del Ayuntamiento en ese momento y escribano del Comité local—, apuntó que la responsabilidad de la destrucción del monasterio fue del Comité local; dicho llanamente: que la llevaron a cabo habitantes de aquella localidad. Menciona, además, que en los primeros días del alzamiento, llegaron dos hombres y dos mujeres de Barcelona que demostraron un comportamiento muy violento.

Extrañamente, en la reedición de su libro por parte del Instituto de Estudios Sijenenses, aparecida solamente dos años después, se suprimieron todos los detalles de los hechos. Anterior al relato de Arribas, tenemos el de Juan Manuel Palacios, cronista efectivo del Real Monasterio de Sijena, que en 1955 afirmó que el 25 de julio “el Comité ejecutivo de la Villa” tomó posesión del monasterio, aunque no menciona quién fue el responsable de la quema. Igualmente, en la introducción de su obra “Arde Sijena” (2011), Miguel Ángel Pascual Ariste llega a la misma conclusión que Arribas y afirma con rotundidad que el incendio fue provocado por “los miembros del Comité, con el auxilio de unos forajidos que llegaron en un coche y camión procedentes de La Almolda”.

Algunos historiadores e interesados en el tema han especulado con la idea de que el incendio fuese provocado por alguna de las diversas columnas libertarias, salidas de Barcelona, que pasaron por allí camino del frente, pero las fuentes no lo confirman. Sorprende, en este sentido, que, a la hora de dirimir la autoría de la destrucción, no se invoque la relevancia de un documento fundamental: la Causa General conservada en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. 




Algunos han utilizado documentos de dicha causa para explicar, de forma parcial, qué ocurrió en Villanueva de Sijena en esos fatídicos días, aunque llama la atención que en la articulación del relato de lo sucedido no se aluda a la Hoja de Estado número 3, con fecha de 2 de octubre de 1940, firmada por el alcalde y el secretario del Ayuntamiento. En este documento, consultable en la red a través del portal PARES (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte), constan los desmanes y crímenes cometidos en la localidad y, lo que es más importante, sus supuestos autores con nombres y apellidos. Son diez nombres. Varios de ellos aparecen en el relato de Arribas Salaberri e incluso hoy día algunos de estos apellidos están presentes en la localidad. En la Hoja de Estado apuntada, junto a la fecha de 30 de julio de 1936, se lee:


Incendio, profanación, saqueo total, robo y destrucción completa, llegando incluso al desenterramiento de monjas del Real Monasterio de Sijena”.


    Se señala como causantes a las diez personas indicadas y se añade una frase terrible: y la casi mayoría de vecinos.  Sorprendente y doloroso para los actuales habitantes del pueblo, puedo imaginármelo.

La Causa General promovida por el gobierno franquista es una fuente cuyo valor historiográfico está fuera de toda duda, pero, a pesar de ello, los especialistas en la Guerra Civil saben que las informaciones que ofrece siempre han de contrastarse. Se ha señalado que la objetividad de dicho proceso fue dudosa —y es cierto—, aunque en nuestro caso, el relato de Arribas Salaberri permite corroborar lo que allí se afirma. Sea como fuere, la Causa General es consultada frecuentemente por los historiadores interesados en el conflicto, pero también se ha utilizado en otros asuntos. Es el caso de uno de los dos litigios judiciales a los que aludía al principio: el de las pinturas murales románicas que embellecían el monasterio, arrancadas y salvaguardadas en plena Guerra Civil y hoy custodiadas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). La sentencia de un tribunal de Huesca (4 de julio de 2016) incorpora en sus fundamentos jurídicos (artículo noveno) un documento de la Causa General presentado por el Ayuntamiento de Villanueva de Sijena en el que un testigo parecía querer responsabilizar del incendio a “milicianos procedentes de Cataluña”, aunque finalmente acabó afirmando que ignoraba quién fue el causante real. Sorprende, por tanto, que el consistorio sijenense y el abogado que lo representa, conocedores de los contenidos de la Causa General, no aportasen el documento en que se responsabiliza de los hechos a los vecinos de la localidad.


En la página 6 (estado 3) se afirma que la destrucción del monasterio de Sijena la llevaron a cabo los habitantes de Villanueva: "30-7-1936. Incendio, profanación, saqueo total, robo y destrucción completa, llegando incluso al desenterramiento de monjas del Real Monasterio de Sijena", como personas sospechosas de participar en el delito aparecen 10 que se han citado en la comisión de un delito posterior "y la casi mayoría de vecinos". En los folios 17-18 se relata el asesinato del sacerdote del monasterio, Antonio Montull Carulla, "en los primeros días" de la guerra: "Se presentó un automóvil conducido por unos desconocidos, al parecer catalanes, que les acompañaban dos mujeres, los cuales después de hablar con los dirigentes marxistas del pueblo de Villanueva de Sijena, marcharon al susodicho Monasterio de Sijena procediendo a la detención del citado sacerdote, al que después de mil mofas e insultos lo llevaron al puente de hierro de la carretera de Bujaraloz a la estación del Tomillo donde le dispararon varios tiros con las pistolas que éstos y sus acompañantes llevaban, hasta que le dejaron por muerto a unos dos kilómetros del pueblo de Villanueva, regresando a éste, donde como una graciosidad contaron el hecho. Seguidamente salió para el citado punto el vecino Manuel Cerezuela Mallen, con una escopeta y una lata con gasolina, y como al llegar encontrara al precitado sacerdote aún con vida y dispuesto a lavarse sus heridas en el río, este individuo le disparó varios tiros con la escopeta que llevaba, los que le acabaron de producir la muerte, rociándole a continuación con la gasolina y prendiéndole fuego. Según manifestación del referido Cerezuela Mallen, le acompañó su convecino Antonio Fuentes Torres, los ambos se hallan detenidos en la prisión provincial de Huesca", termina el relato del jefe del puesto de la Guardia Civil en Sena, fechado el 2 de abril de 1943.



El Noticiero (Zaragoza)
12 de diciembre de 1936 - Pag.4

    Algunos lectores se preguntarán qué interés puede tener, a estas alturas, saber quiénes fueron los responsables del incendio de Santa María de Sijena. A mi parecer, no lo tiene, salvo para acabar con las especulaciones interesadas de aquellos que han llegado a relacionar burdamente la quema del monasterio y el posterior arranque de las pinturas murales, y para rebatir con pruebas y documentos lo afirmado por algunos académicos. A día de hoy no existe ninguna evidencia que permita aseverar que el monasterio lo quemaron milicianos llegados de Barcelona que se hallaban bajo la autoridad del gobierno catalán. Ni una sola. En cambio, el expediente de Villanueva de Sijena contenido en la Causa General, así como el testimonio directo de Arribas Salaberri, apuntan hacia los propios vecinos de la localidad.

Ante la evidencia, es de suponer que todos aquellos que alguna vez han acusado del incendio a los catalanes, a las milicias catalanas, al president Companys o la Generalitat de Cataluña, deberían reflexionar de forma serena y profunda. Hoy en día, las relaciones entre Aragón y Cataluña ya están lo suficientemente revueltas como para que nos enzarcemos en según qué discusiones y, mucho menos, cuando, como en esta ocasión, parece que no hay debate posible. Algunos dicen que la memoria histórica no es importante, que no hay que abrir heridas del pasado, pero casos como el de Villanueva de Sijena demuestran todo lo contrario. Por todo ello conviene reivindicar la necesidad de conocer, pues la verdad nos permitirá vivir con más dignidad.

 El País Alberto Velasco Gonzàlez - Conservador del Museu de Lleida.

 



    

Diario de Barcelona
30 de Mayo de 1936

    
    El monasterio de Santa María de Sijena se encuentra en aquella zona que en Cataluña se denomina Franja de Poniente, que es la parte de Cataluña que Javier de Burgos inicuamente puso bajo control de provincias aragonesas en 1833. Es un monasterio muy antiguo, fundado en el siglo XII. 





Una excursión en dos etapas para visitar la Seo antigua de Lérida y el Monasterio de Sigena (...)

        Día 1º de junio. — Camino hacia Sigena detuviéronse los excursionistas en la villa típica de Fraga, y después en el Monasterio de Sigena fueron amablemente recibidos por la Superiora de la Comunidad en la sala de recepción conocida con el nombre de sala pintada, por su techo de maderamen. Seguidamente visitóse la iglesia, edificio consagrado en el año 1188 erigido por orden de doña Sancha, esposa de Alfonso el Casto; en aquellas naves se ven los sepulcros de la reina, de su hijo Pedro 11 y de varios infantes.

Llaman la atención unos cofres funerarios decorados muy bellamente, así como el crucero del ábside ornamentado con una serie de composiciones al fresco, según temas inocográficos de estilo Lancogótico, y el coro precedido por una virgen patrona del Monasterio.

El claustro apartado, desgraciadamente, de una capilla, de la cual proviene el gran retablo, obra de los pintores Serra, que guarda el Museu d’Art de Catalunya. Casi en ruinas el dormitorio viejo que antecede a la extraordinaria sala capitular, de dimensiones rectangulares, con madera policromada de estilo arábigo sostenida por arcos de piedra.

Las paredes y las arcadas aparecen completamente pintadas al temple, para cuya interpretación desarrolláronse una serie formidable de temas iconográficos del antiguo y nuevo Testamento, pintados con figuras de tamaño natural con unos complementos ornamentales de la mejor calidad que unen las escenas formando un conjunto insuperable, único en color y armonía, siendo la decoración más importante en su género que ha heredado la Península Ibérica. Queda dentro de un estilo de raíz románica influenzada, con arraigo, por el arte del centro de Italia.

En resumen. Hemos de decir que la impresión que caúsala sala capitular del Monasterio de Sigena es indescriptible y a cada visitante le espera allí una sorpresa grandiosa, de las que se van comentando en la vida. Sería un día aciago aquel que ocurriera su ruina, especialmente para esas humildes monjas que hacen lo humanamente posible para resguardar con decoro aquellos restos de un pasado tan glorioso, pero la carencia de medios hace que se vaya destruyendo elemento por elemento del conjunto maravilloso que es conocido por Sigena.

Por lo tanto, se impone hacer lo posible para salvar obra tan importante histórica y artísticamente, que, si bien emplazada en territorio aragonés, Sigena es catalana por haberla creado construyéndola y decorándola hombres de nuestra región y sería para nosotros un honor volverla a la vida.

Ya en viaje de retorno a Barcelona se pudo contemplar, admirándolo, el gran sepulcro de Ramón Folch de Cardona y una tabla original de Ferrer de Bassa en la iglesia parroquial de Bellpuig, a la vez que la puerta románica de Vilagrossa.

Ahora, para finalizar esta sucinta crónica de tan bella y memorable jira, hay que agradecer al consocio don José Gudiol, el concienzudo arqueólogo, la ilustración a su cargo (en las diversas etapas y que extractadas hemos transcrito en estas páginas).

  

16 de julio de 1936



    Terminada la Guerra Civil, el monasterio de Sijena, como la gran mayoría de edificios religiosos situados en zona republicana, había sufrido graves desperfectos a manos de los miembros incontrolados de las FAI, de hecho las llamas devoraron el salón del trono, el coro, la biblioteca, así como una parte -solo una parte- de la sala capitular. 




El Día -  12 abril 1938
    
Posteriormente,
 en 1938, y con el frente casi encima, las ya entonces ruinas, fueron utilizadas como campamento de un escuadrón de caballería, el cual utilizó la iglesia como establo.


  La sala capitular fechada hacia 1196, se cubría con techumbre plana de madera dorada y policromada de estilo mudéjar, la cual ardió al mismo tiempo que parte de las pinturas, dejando al resto de pinturas no quemadas, pero si afectadas por el incendio, a la intemperie. La sala es una estancia de planta rectangular (16,88 x 8,44) que se cubre con cinco arcos fajones apuntados que forman seis tramos. Una jacena o viga maestra longitudinal recorre toda la sala dividiendo cada tramo en dos secciones. La entrada se realizaba a través de cuatro puertas de medio punto y se iluminaba mediante seis vanos, uno por tramo.

    De hecho, las pinturas que decoraban todos los espacios de la sala fueron redescubiertas en 1882, ya que con anterioridad se encontraban tapadas por unos lucidos de cal y yeso. Las pinturas de la sala capitular realizadas al temple, se fechan hacia 1220. Por sus características denotan influencias inglesas aunque sus rasgos bizantinos hacen suponer que los pintores serían de origen italiano, enviados desde Sicilia por la princesa Constanza (1179-1222) esposa del rey de Sicilia Federico II Hohenstaufen. Constanza de Aragón, hija de los reyes de Aragón Alfonso el Casto y Sancha de Castilla contrajo matrimonio con el rey de Hungría, a la muerte de este, volvió a Aragón e ingresó en nuestro monasterio para volver a salir en 1209 para contraer segundas nupcias con Federico II convirtiéndose en reina consorte del Sacro Imperio Romano Germánico.




    La temática pictórica está dividida en tres ciclos, así el ciclo del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento y la Genealogía de Cristo. Son de autor anónimo, al que habitualmente se le suele llamar como Maestro de Sigena. Eran pinturas en las que predominaban las tonalidades azules, verdes y amarillos.

    El ciclo del Antiguo Testamento estaban formadas por un total de veinte escenas y se encontraban en las enjutas que forman los arcos fajones: La creación de Adán, la creación de Eva, la advertencia divina (la admonición), la tentación de Eva, la expulsión del Paraíso, el castigo divino (el ángel enseña a trabajar a Adán), el trabajo de Adán y Eva, ofrendas de Caín y Abel, muerte de Abel, construcción del Arca de Noé, entrada de los animales en el arca, el Diluvio Universal, la embriaguez de Noé, el sacrificio de Isaac, la destrucción del ejercito egipcio en el Mar Rojo, el pueblo de Israel ante la columna de fuego, entrega de las Tablas de la Ley, la Adoración del Becerro de Oro, Moisés hace brotar agua de la roca y la última la unción de David. Acompañan las escenas un conjunto de motivos vegetales y de animales que enriquecen la narración. 


Pinturas en los muros perimetrales - Ciclo del Nuevo Testamento









La advertencia divína
La tentación de Eva
La expulsión del paraíso
El castigo divino








El trabajo de Adán y Eva
Las ofrendas de Cain y Abel
La construcción del arca de Noé
La embriaguez de Noé








El sacrificio de Isaac
Camino de la tierra prometida
Entrega de las Tablas de la Ley
La unción de David

    

La Vanguardia
2 de Julio de 1936

    El ciclo de la Genealogía de Cristo se encontraban integrados en los arcos fajones que sustentaban la techumbre, a razón de catorce figuras por arco, lo que hace un total de setenta personajes que nos describen los antepasados de Cristo, desde Jesé (padre de David) hasta él mismo.

    Las representaciones del Nuevo Testamento se encontraban en los muros perimetrales de la sala y estaban formadas por once escenas: La Anunciación, la Visitación, el Nacimiento, la Adoración de los pastores, presentación de Jesús en el templo, Tentación de Cristo, Resurrección de Lázaro, la Flagelación, la Crucifixión, María ante el sepulcro y Cristo descendiendo a los infiernos. En este ciclo faltan algunas escenas que en el momento de su estudio ya faltaban por haberse perdido en épocas más antiguas.






Pinturas en los muros perimetrales - Ciclo del Nuevo Testamento







El nacimiento de Jesús
La presentación en el templo
La Anunciación



    Por suerte la distribución original de la sala nos ha llegado por una acuarela del pintor Valentín Carderera (1796-1880) realizada en 1866, que nos permite imaginar la belleza y magnificencia de la sala capitular y sus pinturas, tristemente desaparecidas. La serie más amplia de pinturas recuperadas corresponde a la genealogía de Cristo de la que se lograron recuperar 24 pinturas sobre un total de 70.



   En agosto de 1936, después del saqueo, el arquitecto e historiador Josep Gudiol regresó al monasterio, para comprobar los daños, particularmente los frescos, oscurecidos por el humo de los incendios. Gudiol volvió a Barcelona a buscar fondos para rescatar las pinturas que no habían sido destruidas en el incendio. Alcanzó 4.000 pesetas, que le dio el entonces consejero de cultura Ventura Gassol, cifra muy alta para la época y mucho más en plena guerra; además de pagarle dos técnicos especialistas en estas labores. Cabe decir que el gobierno del estado aprobó la operación. Con la ayuda de la población de Vilanova de Sijena, se arrancaron las pinturas y se llevaron a Barcelona, donde se guardaron en la Casa Amatller.



A las órdenes de Ainaud, el restaurador Joaquim Pradell  con el
padre del actual alcalde que estaba allí "arreglando unos sepulcros"


1936: Arranque y traslado a Barcelona, a la Casa Amatller. 



1943: Traslado del Museo de Arte de Barcelona, para su restauración por orden de la Dirección General de Bellas Artes, dependiente del Ministerio de Educación. Cuando salieron se hizo inventario: estaban fragmentadas en 64 trozos, 14 de los cuales ya habían sido restaurados. 


 





    En 1943, fueron depositadas de forma segura en el MNAC y  restauradas por el propio Gudiol, recién regresado del exilio, por orden de la Dirección General de Bella Artes. En 1960, el entonces director de este museo, Josep Maria Ainaud de Lasarte promovió el rescate del resto de los frescos que todavía había en Sijena. De acuerdo con las autoridades de entonces, el estado, el ayuntamiento de Vilanova de Sijena y de la misma comunidad, el resto de frescos y el resto de obras de arte también fueron llevadas a Barcelona, restauradas y puestas bajo protección.  



El techo de la  sala capitular en 1990

  

Aragón expres: diario de la tarde
07 de Enero de  1981



    En 1980, las monjas fueron trasladadas a Barcelona, a Vallvidrera, con las compañeras de su orden, donde permanecerían hasta su muerte. La última murió en 2000. Cataluña no sólo cuidó de las obras de arte de este monasterio, sino también de las personas. Durante todas esas décadas, en Aragón, nadie movió un dedo ni se preocupó absolutamente de nada, ni se gastó un solo céntimo ni en rescatar, ni en restaurar, ni en conservar estas obras de arte. Si se hubieran dejado las obras de arte del monasterio bajo la responsabilidad de los aragoneses, éstas ya se habrían destruido, estarían en manos privadas o no existirían. Si Cataluña no hubiera acogido a las monjas del monasterio, vete a saber dónde habrían ido a parar.

   "Ya terminada la guerra, uno de los jornaleros de las monjas que astillaba vigas caídas de la sacristía para hacer fuego, se llevó una gran sorpresa cuando un vecino de un pueblo cercano le hizo ver lo que realmente estaba haciendo. Pidió que trajeran un ajo, lo frotó en la madera y empezaron a verse unas pinturas preciosas. - Salían unos colores muy majos,  Ese hombre dijo que estaba haciendo un crimen, que la madera que cortaba tenía mucho valor”. “No sabíamos lo que teníamos, pero ahora lo sabemos y queremos que vuelva todo”

 

    En 1992, el entonces consejero de cultura de la Generalitat, Joan Guitart, llegó a un acuerdo con la superiora de la comunidad según el cual el monasterio cedió las obras de arte a la Generalitat a perpetuidad. El pacto sólo se rompería si las obras no estaban bien custodiadas, que no es el caso. La cesión vino acompañada por el pago de 40 millones de pesetas por parte de la Generalitat de Catalunya, una suma considerable en ese momento. Como consecuencia del gran bajón de vocaciones religiosas, la comunidad de Sijena había envejecido mucho. 


    Ahora, con el trabajo realizado, el dinero gastado y las monjas ya muertas, los aragoneses, en lugar de agradecer el trabajo realizado, tienen el cinismo de hablar de expolio y exigir el regreso a Aragón; retorno de unos objetos que, es necesario insistir y remarcarlo, si no fuera por Cataluña ahora ni siquiera existirían. Obviamente, no dicen ni una palabra de compensar de alguna manera por los gastos y revuelos provocados por el rescate, traslado y conservación de todas estas obras de arte. Los tribunales españoles — no podía ser de otra forma , les han dado la razón. No han tenido en cuenta ninguno de los argumentos de la Generalitat, entre ellos uno bien objetivo: un nuevo traslado estropeará, seguro, las obras de forma definitiva y quizás irreparable. Hasta el abogado de los aragoneses ha dicho públicamente que vendrá a recoger las obras con un camión especializado, como si se trataran de sacos de patatas. Les da absolutamente igual las obras de arte, lo importante es humillar a Cataluña.

 


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