jueves, 5 de febrero de 2015

EL PRINCIPADO DE BARCELONA.

La primera referencia documentada, tanto del Corónimo "Cataluña", como del gentilicio correspondiente, data de entre los años 1115 y 1117, y lo encontramos en el poema pisano "Liber maiolichinus de gestis pisanorum illustribus", aunque la primera designación de "catalán "la encontramos en un juramento de fidelidad que hicieron los ciudadanos de Carcassonne al conde de Barcelona Ramón Berenguer III. Su fecha se puede situar entre 1107 y 1112. Entre los firmantes aparecen Ramón Catalán, Arnau Catalán y Guerau. En 1174, en la donación “propter nuptias a Sança” se especifican las donaciones “in regno Aragonensis” y “in Catalonia”.  En 1186 y en 1189 en unas concesiones “ad forum et sonsuetudinem Cataloniæ”, que hacen referencia a un código y costumbres legales. Ya en 1185 encontramos también un Serventesio donde se hace referencia a aragoneses, catalanes y los de Urgell: Aragones fan gran dol, Catalan e cil d’Urgel. O en el epitafio de Ramon Berenger IV, un texto posiblemente de 1194 encontramos “Vox in Cathalonia et in Aragonia sonet”.

    Más tarde comentaremos el origen del poema pisano más a fondo, pero, si los pisanos visitaron Cataluña sobre el 1113, y justo después ya emplearon el gentilicio "Catalanicus" para denominarlos, por lógica podemos pensar que este gentilicio ya debería existir con cierta anterioridad, no? No lo inventarían para poderlos etiquetar en facebook al llegar a casa.  Pero aún así, y antes de eso qué?


    Repasemos un poco la historia de la península  dando un vistazo a la caída del reino Visigodo: 



 Muere el rey Rodrigo el 20 de Julio de 711, a orillas del río Guadalete, cerca de Medina Sidonia, con el Califato Omeya dedicado al saqueo del reino, y sin ningún otro rey electo que le sucediera, ni noble que organizara la defensa . Muchos nobles visigodos, tras la toma de Toledo, huyeron hacia el norte. La nobleza hispana no tenía poder militar, especialmente los eclesiásticos. "Sólo había desunión, traición y confusión".

 Aquí acabarían muchos libros de texto; "Perdida en el año 714 la batalla de Guadalete, se perdió el reino de los Godos, y victoriosos los sarracenos se extendieron por casi toda España". Según esta teoría los godos huirían hacia el norte, a Asturias donde Don Pelayo empezaría la Reconquista. Pero, realmente, la historia todavía nos permite continuar un poco más:

 No es cierto que no hubiese ningún otro rey. Hacia la Tarraconense se tomaron medidas organizadas, donde se proclamó rey a Akhila II haciéndose con el control de la parte oriental de la provincia y con la Septimania. Pero Akhila no tenía suficientes fuerzas militares. Aquella misma primavera de 714 los árabes avanzaron por Alcalá y Sigüenza hasta llegar a Zaragoza, ciudad que sitiaron y conquistaron; en este momento debía producirse la muerte o caída de Akhila, al que sucede un tal Ardón.

Resultado de imagen de reino de ardon
 Desde Zaragoza emprendieron una marcha de veinte días por las antiguas vías romanas hasta llegar a Tarragona, la cual cayó bajo el poder sarraceno tras un corto asedio. Lleida, Monzón y Fraga capitularon prácticamente sin resistencia entre los años 716-719. Se cree que la resistencia fue nula o inexistente, posteriormente cayó Barcelona; el reino de los godos prácticamente se reducía ya sólo a la Septimania, la cual sufrió la primera expedición Olmeya en el 720.

 El califato conquistó Girona para, cruzando los Pirineos, atacar y tomar Narbona. Posiblemente en esta lucha murió Ardón, y con él acabó la resistencia de los visigodos. Los árabes penetraron después en tierras francas, y allí, cerca de Toulouse, fueron derrotados, por primera vez, los musulmanes el 10 de junio de 721. La victoria correspondió a Eudo, Dux y Príncipe (Soberano) de Aquitania y de Toulouse.

 A pesar de esta derrota los árabes organizaron una nueva campaña en la Septimania en el 725, acosando y tomando Carcasona, y también, ese mismo año, Nimes, la última ciudad visigoda.

 Tras su victoria en la Septimania los árabes entraron en la Galia, tomando y saqueando Autun ese mismo año (725). Siguiendo la ruta de menor resistencia, giraron a su derecha para entrar en el antiguo reino burgundio (en el que no había fuerzas militares dignos de mención) y después siguieron hacia el Norte, ya de nuevo en tierras francas. En Sens, a orillas del río Sena, volvieron a ser derrotados el 10 de enero de 726.

 Aún así reanudaron el ataque contra la Galia, y nuevamente fueron derrotados por las tropas francas de Carlos Martel en Poitiers, en el año 732.

 Entre esa fecha y 734 Carlos Martel redondea su victoria anexionando al reino franco el ducado de Tolosa, y después los reinos burgundios: Lyon y Arlés. Con esta medida Carlos aseguró la defensa del Sur del reino franco ante nuevas expediciones musulmanas desde la Septimania.

 Pero además, la expansión franca ponía a tiro la Provenza, región independiente, muy romanizada, que había conseguido sacudirse los Ostrogodos, Burgundios y Lombardos. Los provenzales pidieron ayuda a los musulmanes para resistir la expansión franca. Un ejército musulmán, partiendo de Narbona, entró en Arlés. Carlos Martel se lanza contra ellos y sus aliados provenzales. Retomó Arlés y después conquistó Avinyó. En este momento (740) tiene lugar en la Península la gran revuelta de los bereberes. Los musulmanes retiraron su ejército y así la Provenza pasó a ser conquistada por los francos en 741. Ese mismo año moría Carlos Martel.

 A partir de aquí buscar información de los orígenes de la actual Cataluña en la bibliografía clásica de la historia de España se convierte en un arduo trabajo. Solamente hay información vaga, mezclada con leyenda, perdida en de las nieblas del tiempo. Realmente sacamos mucho más provecho buscando dentro la historia de Francia, pues Cataluña tiene las raíces en el imperio Franco, con los restos del reino visigodo, donde Carlomagno es considerado el fundador de las dinastías francesas. El término Hispania se utilizaba entonces solamente para referirse a la península, geográficamente hablando (como quién puede referirse a Escandinavia), y concretamente para referirse a la zona ocupada por los musulmanes.


Repasemos un poco que dice la historia francesa al respecto:

Coronación de Carlomagno, miniatura
de las Grandes Crónicas de Francia
Siglo XIV
 En el año 768, al llegar en Carlomagno al poder, continuó éste la política de sus predecesores, los mayordomos austrasianos, de otorgar beneficios territoriales (en régimen de usufructo y no de propiedad) a cambio de contar con la fidelidad y apoyo militar de los terratenientes. Esto era posible gracias a que contaba con el botín de sus campañas militares, e incluso otorgó la administración del imperio aquellos nobles que se le habían encomendado a él personalmente bajo un vínculo de fidelidad. Pero con la paralización de la expansión territorial en época de Ludovico Pío, finalizó un período de beneficios para la aristocracia, los cuales, ambicionando mejorar su patrimonio, satisficieron sus apetencias interviniendo en rivalidades internas que eclosionaron en varias guerras civiles, y que implicaron al emperador y a sus hijos. El Tratado de Verdún (843), entre los nietos de Carlomagno, supuso la incapacidad de mantener la unidad política del imperio, quedando el título imperial reducido a carácter simbólico. Carlos el Calvo recibió la Francia occidental en lucha contra su sobrino Pipino II, el rey de Aquitania. Es este territorio, el de Carlos el Calvo, el que evolucionó en la moderna nación francesa.

 De este modo, a pesar de la amplitud del imperio, éste carecía de ejército permanente, de marina, de fortificaciones sólidas, o de un sistema financiero estable. El sistema administrativo estaba en manos de una aristocracia ligada al rey por lazos de fidelidad, ya que los recursos del rey se circunscribían a las rentas de sus propiedades, por lo que el soberano, incapaz de pagar a sus agentes, se vio obligado a elegir entre la aristocracia, que reunía el poder militar, y su propio mantenimiento, con lo que el rey se vió incapaz de imponer su autoridad, no teniendo fuerza propia suficiente para oponérseles. Tras la dislocación territorial de Verdún, cada reino se preocupó de su propia defensa.

 Para redondearlo, en las décadas siguientes al 840, se incrementaron las incursiones vikingas. Así en el 845 éstos saquearon París, y entre 856 a 862, llevaron una acción fructífera en el Sena, a la que se añadieron la del Rin, el Somme, el Loira, Garona, y en el Ródano. En la Francia occidental, las medidas del rey Carlos II se mostraron ineficaces, y la defensa, cuando se hizo, se llevó a cabo localmente levantando fortificaciones privadas sin autorización real. Los resultados de esto vienen ejemplificados durante el reinado de Carlos el Simple (898-922), cuando los normandos de Rollón el Caminante fueron reconocidos como vasallos en el área costera aguas abajo de París, en una región que se conocería como la Normandía.

 Los nobles, ante la incapacidad real de hacer valer su autoridad, pudieron apropiarse de sus posesiones territoriales, que inicialmente se les había otorgado como usufructos, y transmitirlos a sus hijos, además de usurpar los derechos reales. Los monarcas del siglo IX fueron entregando la regalía de la acuñación de moneda a sus señores (concesión del "ius monetae"). Un ejemplo de este hecho lo encontramos con la Capitular del año 840, por la que Ludovico cede la administración de la moneda a sus condes. Estos lo emplearon como un elemento propagandístico, de difusión de su poder, lo que indica un proceso de pérdida progresiva de poder por parte de los reyes francos. El proceso descentralizador culmina en el siglo X, con la entrega a los grandes señores de las secas (diseños y tipos propios). A finales del siglo X el derecho de acuñación pertenece al señor y no al rey. Otros derechos reales usurpados fueron los de peaje e incluso, la administración de justicia.

 Un reino, o mejor dicho, reinos, en los que la aristocracia territorial se había apropiado de las funciones administrativas, las cuales aprovechaba en su propio beneficio y las transmitía a sus descendientes, despojando, así, de poder efectivo al monarca, dio lugar a la concentración de poder en "Principados feudales o Principados territoriales" «Principauté territoriale». Por otro lado, también, la nobleza arraigó en regiones geográficas en donde habían adquirido diversos territorios o condados, agrupándolos en Ducados, y establecido relaciones familiares. Así tenemos el ducado de Aquitania, Borgoña, y Bretaña, los condados de Anjou, Champaña, Blois, Flandes, Barcelona y Tolousse. Todos estos principados reconocían al rey como su soberano, pero se sustraían a la intervención el mismo.

Mapa del reino de los francos
al comienzo del reinado de los Capeto.
 Gradualmente estos territorios, creados en la época carolingia, se fueron haciendo independientes debido a la debilidad de los poderes reales. Los más poderosos de ellos se encontraban en los márgenes del imperio:


 El Ducado de Borgoña estuvo dirigido por el hermano del rey, Enrique el Grande, el 965, tras la muerte de su otro hermano Otto.

 La Bretaña, situada al oeste de París, disfrutó de una amplia autonomía y pasó a ser completamente independiente al 851. Este reino desapareció casi 50 años más tarde con su conquista por los normandos entre 913 y 917.  Más tarde, ya como Ducado de Normandía fue un firme opositor a los carolingios y aliado de los Robertiens. Reconoció a Hugo Capeto como señor y soberano el 968.

 Los Condados de Blois, de Châteaudun de Chartres y de Reims: bajo el poder de la familia de Blois fue enemigo personal de Hugo Capeto. Fueron aliados de Herbert IV de Vermandois, señor de Troyes, Meaux, Provins y Vitry, también uno de los grandes enemigos de los Capeto.

 El Condado de Flandes, situado en el extremo norte del reino, apoyó la candidatura de Carlos de Lorena el 987.

 El Condado de Barcelona se independizó entre el 985-987. 

 El Condado de Anjou fue un fiel apoyo de los Capeto durante todos los reinados.

 El  reino de Aquitania, era el más vasto de los principados territoriales, casi un cuarto del antiguo reino franco, pero también un conglomerado frágil, el condado de Poitiers, el ducado de Aquitania, de Auvernia,... por su propio lenguaje, las costumbres, el clima, todo oponía Aquitania en el norte de Francia. El duque soberano de Aquitania, Guillermo IV de Poitiers, operaba con una gran independencia lejos de París.


 El término "Principado feudal o territorial" distinguía a una entidad política de primer orden dentro de un estado soberano, compuesto por entidades secundarias. Podía ser un condado, marquesado o un ducado. También puede ser un señorío de la tierra o pequeño estado unido al título de príncipe, o donde la cabeza tiene el rango de Príncipe (soberano) el cual ejercía funciones reales, aún siendo Duque, Marqués, Conde, etc... Es decir, tenía condición de soberanía independientemente de su título.



Como hemos visto, la realidad del poder en este periodo escaparía a los reyes: estaba situado al nivel de los poderes locales. En reagruparse varios condados bajo la autoridad de un Dux hereditario o Príncipes, estos poderosos aldeanos perpetuar una organización regional, desde el mantenimiento de las comunidades hasta la defensa.

Muy contribuyeron a esta situación: las invasiones normandas de los siglos IX y X, con gran dificultad contenidas por los reinos occidentales, pero que gradualmente se estabilizaron, así como los propios invasores que se fueron asimilando rápidamente a las sociedades occidentales. A partir de esta fragmentación del poder, a partir del año 1000, comenzaron los "tiempos de los castillos", es decir, el momento en que emergen en los paisajes occidentales las fortalezas sobre las que se asentaría el organización social.

 Centrémonos ahora en la zona que nos interesa:


 En el reino de los francos se denominó "Gothia" a la antigua Septimania, por haber sido esta zona parte del reino visigodo desde el siglo V, donde se encontraba la antigua capital, Toulouse o Toulousse, y muchos nobles visigodos se habían refugiado en la zona tras la conquista musulmana de la península Ibérica. Recordemos que los godos ni llegaron a ocupar toda la península, ni ocuparon solamente la península. La denominación "Gothia" empezó a emplearse hacia el siglo IX, y fue vigente hasta la primera mitad del siglo XI, desapareciendo progresivamente a comienzos del siglo XII.

Posteriormente, al conquistar Barcelona (801) así como una gran parte de territorios al sur de los pirineos, la región se convirtió en la nueva frontera sur del reino de los francos (frontera o marca hispánica), y se englobó en esta región llamada Gothia.

Las autoridades francas reconocieron la identidad gótica de la población indígena: los habitantes de Barcelona son llamados "Goti", las cancillerías eclesiásticas utilizan regularmente el término "Gothia" para designar la provincia de Narbona, y la cancillería real, a su vez, reconocen a Gothia una realidad política y territorial superpuesta a los condados, regularmente definida como frontera de Gothia, "Marchia Gothicae". Dentro del pensamiento político franco se ve a la población de estas regiones como un verdadero "Regnum Gothicum" que reúne las poblaciones godas del imperio franco. En los documentos expedidos en el sur de los Pirineos, Carlos el Simple es titulado "Rex Francorum et Gothorum", rey de los francos y de los godos.

 Aclaremos que tanto los francos como los godos, como tribus nómadas que fueron, se identificaban a sí mismos más como pueblos o naciones (en el sentido étnico original del término), que con un territorio en concreto. Los reyes godos utilizaban el título "Rex Gothorum" (Rey de los Godos) como soberanos de un "Regnum Gothicum" (Reino de los Godos) y se hubieran llamado de igual manera si en lugar de ocupar el Hispania hubieran ocupado Roma o Grecia. Del mismo modo los descendientes de Carlomagno se sentían como reyes de los francos u hombres libres "Rex Francorum", y no reyes de Francia.


 Al contrario que en otras regiones del reino franco, la Gothia no intentó constituirse en un principado o ducado único, quizás por mantenerse, en la mentalidad de sus habitantes, las antiguas divisiones, y esta herencia gótica quedó en disputa entre los condes de Barcelona en el sur, y los de Toulousse el norte, recayendo en ocasiones ambos títulos en la misma persona, aunque siempre como condes gobernadores, no como propietarios. En el 865, después de la revuelta de Bernardo de Gothia y otros nobles, contra Carlos el Calvo, se dividió Gothia entre ambos gobernadores, entregando a Wifredo el Velloso los condados del sur, siendo la parte norte el futuro Languedoc.


No puede pues dudarse de que Hunifredo era Conde de Barcelona en el 858 aunque los nuestros no le hayan conocido. Los Anales Bertinianos refieren şobre el año 863 que este Hunifredo, Marqués de la Gothia, se apoderó de Tolosa, instigado de los mismos ciudadanos, que acostumbraban mudar Condes, y esto fue sin consentimiento del Rey Carlos, (Hunfridus Gothia Marchio sine conscientia Caroli Regis, &c.) por lo que al año siguiente se apoderó el Rey de las Ciudades y fortalezas de la Gothia, como alli añaden: 864. Missos suos ad recipiendas civitates & castella in Gethiam misit. 
Henrique Florez
Madrid - 1775

 



 El titulo de Duque «dux» tenía connotaciones militares y la tomaba un conde cuando tenía bajo su poder varios condados, si además alguno de estos condados era fronterizo (marchia) tomaba también el título de marqués (marchio).







 El gobernador de la Gothia ostentó los títulos de «dux» y «marchio»; el primer gobernante emplearlos fue el godo Sunifredo (? - 848), conde de Barcelona, Cerdanya y Urgell, y de Narbona, y padre de Wifredo el Velloso; y el último gobernante que se intituló «dux» de la Gothia fue su descendiente, el conde Borrell II (927-992) "Per consensum Principis Borrelli Ducis Gothicæ". Posteriormente el título de marqués de Gothia (ahora ya solamente la parte del norte) volvió a los condes de Toulouse, que lo utilizaron hasta el siglo XIII, aunque el título ya estaba vacío de contenido, ya no había una marca o frontera en Gothia, ésta quedaba ahora en el sur, en Barcelona.


 Como hemos visto el término "Marchia" significaba frontera. Es cierto que esta Marca Hispánica, o sea la frontera del imperio franco con Hispania (la parte musulmana de la península), no era una línea bien definida, sino un terreno difuso relativamente amplio, pero aún así, el territorio tras de ésta, como parte de la imperio carolingio, sí estaba administrativamente bien ordenado en condados, ducados, marquesados, etc..., lejos de la ambigua idea de ser unos "condados dispersos".

 Ya todos conocemos como en el año 985 Almanzor avanzó a sangre y fuego hacia Barcelona por las actuales comarcas del Penedès, Llobregat y Vallés, y que, ante la falta de respuesta a la demanda de auxilio del conde Borrell II, cuando en el 987 el rey de los francos exigió renovar los vínculos políticos con la corona, la respuesta fue un mutismo total. Siendo este el último contacto exigiendo la subordinación de los condes de Barcelona ante los monarcas francos. Era la independencia de facto de la dinastía condal de Barcelona. A este núcleo los condes de Barcelona fueron agregando más territorios ya fuera por conquistas, alianzas matrimoniales, herencias, infeudaciones, etc...
 En Barcelona se celebraron grandes juntas de próceres o señores, bonihomines o probihomines y jueces, para fallar y sentenciar pleitos, y de prelados, magnates y otros seglares, para tratar asuntos eclesiásticos y seculares, con la asistencia y presidencia de sus Condes , a semejanza de las asambleas públicas de los godos, conocidas con el nombre latinizado de "mallo publico".

 En 1058 se aceptó a Ramón Berenguer I como "Primus Inter Pares". Esta frase latina significa literalmente “primero entre iguales”. Se encuadra, en principio, en el campo de la política, haciendo referencia originalmente a la figura de los emperadores en las primeras fases del Imperio romano o principatus (del 27 aC al año 284 dC, y anteriores a las denominadas Dominatus) buscando aplacar a aquellos que habrían querido un retorno de la República romana.

Al Primus Inter Pares del senado romano se le llamaba también Princeps Senatus, "primero del Senado". El título fue otorgado cada cinco años por los censores, funcionarios legales romanos responsables de mantener la moral pública en un miembro de Senado que tenía el respeto de sus pares y una reputación de integridad y servicio público. El princeps senatus originalmente no tenía poderes ni privilegios aparte del derecho a hablar primero sobre los temas presentados ante el Senado, pero gozaba de un gran prestigio. Más tarde, el título de princeps senatus, o simplemente princeps, fue adoptado por el primer emperador romano, Augusto, para mantener la ficción legal de que él era simplemente el ciudadano más destacado de una república todavía intacta y no un autócrata.

 Encontramos casos de gobierno de Primus inter pares en la Antigua Grecia o en las tribus germánicas, que dejarían su impronta en la posterior formación del feudalismo durante la Alta Edad Media europea, en concreto, durante la monarquía visigoda en la península ibérica.

 Posteriormente, el término comenzaría a ser usado para indicar que una persona es el mayor o más importante dentro de un grupo de gente que comparte el mismo nivel o responsabilidad. El concepto suele ser utilizado también frecuentemente en su original latino: “Primus inter pares”. Cuando no es utilizado en referencia a un título específico, puede indicar que la persona así descrita es técnicamente igual, pero mirada como autoridad o con importancia especial por sus pares (iguales). Un vasallaje entre iguales que recuerda la conocida fórmula de juramento a los condes de Barcelona y reyes de Aragón: "Nos, que valemos tanto como vos, juramos ante vos, que no sois mejor que nos, y que juntos valemos más que vos, que te aceptamos como soberano siempre y cuando respetes nuestras libertades y leyes ".


 En la asamblea de 1064,  presidida por Ramón Berenguer I, se establecieron los "Usatici Barchinone" o "Usos de Barcelona", con el consentimiento y la aprobación de las personas que, según consta, formaban parte de la curia o corte del Príncipe. Del usage 128 se desprende que en estas Cortes tuvieron acción y representación los obispos de Barcelona, Vich y Girona, con los abades de la tierra y en presencia del pueblo, que asistió a la constitución o pacto de Pau i Treva.

 En el uso 65 aparece con el nombre de Principado la demarcación del territorio al que entonces se aplicaba, es decir en los condados de Barcelona, Ausona y Girona, que regían como príncipes, es decir "soberanos", Ramón Berenguer I y su mujer Almodis:

 «Quoniam per iniquum principem et sine veritate et sine iustitia periit omni tempore terra et habitatores eius; propterea ens, sepedicti prínceps Raimundus et Almodis, consilio et auxili nostrorum nobilium virorum decernimus atque mandamus ut omnes prínceps qui in hoc principatu nobis sunt successuri habeant onini tempore siuceram et perfectam fidem et veram loquutionem. (...)»


 "Debido malvados príncipes sin verdad y sin derecho se destruye su tierra y sus habitadores. Por esto nosotros los sobre dichos príncipes Ramón Berenguer i Almodis, por el consejo y con ayuda de varones nobles hemos juzgado y mandamos que los príncipes que en este principado que estén por venir tras de nos hayan que tener en todos los tiempos firme fe y perfecta y veraz palabra ... "

En varios usos el Principado es designado con el dictado de patria, terra et mare, terra illorum Principum.


 Importa señalar especialmente el uso 61 que determina la extensión marítima del Principado, es decir, desde Cap de Creus hasta Salou: «Todas las naves próximas a Barcelona, ​​o partiendo de Barcelona, ​​por todos días y todas noches sean en paz, y en tregua, bajo defensión del Príncipe de Barcelona, ​​desde Cap de Creus hasta Salou». En esta demarcación se comprende la costa de los condados de Girona y Empúries, los cuales pertenecían al Principado (soberanía) inherente al condado de Barcelona, ​​pero no al condado estrictamente considerado. Es decir, estos dos condados no pertenecían o eran administrados por el conde de Barcelona, ​​si no por otros condes, los cuales, a su vez, reconocían al conde de Barcelona como una autoridad superior, con la condición de Príncipe (es decir soberano). El uso 62 establece la paz y tregua perpetua dentro de los términos de la capital, para todos los hombres, nobles y no nobles, y no olvida de señalarla hasta doce leguas dentro del mar.

 En las urnas de Ramón Berenguer y Doña Almodis, en la catedral de Barcelona, ​​que ellos fundaron, se puede leer la siguiente inscripción:
  
Sepulcro de Ramon Berenguer I 
y su esposa  Almodis
en la Catedral de Barcelona.  

 «Hic est Raymundus Berengarius, Princeps Barcinonae, Comes Gerundensis, Marchio Ausonensis, qui mortuo paire Berengario Comite, non tantum partem Barcinonensis Principatus a Manria occupatam recuperavit: ve rum etiam Reges duodecim Maurorum campestri praellio victos, sibi tributarios fecit; unde cognomen sortitus est Propugnator et Murus christiani populi».


 Esto es: "Aquí yace en Ramon Berenguer, Príncipe de Barcelona, Conde de Girona, y Marqués de Osona, que muerto su padre y Conde Berenguer, no sólo recuperó parte del Principado de Barcelona que ocupaban los moros, sino que, vencidos por él en campal batalla doce reyes moros, los hizo tributarios, por esta causa adquirió el nombre de defensor y muralla del pueblo cristiano. "


Hieronymus Henninges  1598


Michel Zimmermann 
 La utilización de la voz "Príncipe" para denominar al noble con una autoridad superior a la nominal de Conde o Duque, y "Principatus" para denominar a sus dominios, ya habían sido utilizados anteriormente , y lo siguieron siendo, como se puede comprobar veían las firmas de varios condes:

Gifredo el Piloso:  «Guiffredus primus comes Barchinone».
Borrell II:  «Per consensum Principis Borrelli Ducis Gothiæ».
Ramon Borrell:  «Inclitus princeps Raimundus».
Berenguer Ramon I: «Principis Barchinonensis et comitis Gerundensis et Marchionis  Ausonensis».
Ramon Berenguer III:  «Principis nostri Berengarii».
Ramon Berenguer IV:  Siempre usò los titulos de Conde de Barelona y de Principe.



 Una cuidadosa definición de Príncipe y Principado nos la hacía desde Viena en 1725 el jurista Domingo de Aguirre en suTratadohistorico-legal del real palacio antiguo y su quarto nuevo dela Excelentisima Ciudad de Barcelona”:

Francisco Diago 
(Regne de València, 1562-1615)
1603
"También a este fin debe notarse que la voz príncipe (…) tomada en significación de potestad, comprende todo supremo Señor; aunque haya pasado a tomar otro nombre especifico, como Emperador, Rey, Duque o Conde (…)   Y los antiguos, a sus príncipes supremos, también los llamaban con diferentes apellidos; que regularmente consistían en el nombre primero, que habían tenido, pasándole de propio,  a apelativo de de la Dignidad principal o Real, y así los Asirios a su Principe lo llamaron Nabucho. Los egipcios, Faraón. Los persas, Xerxes. Los parthos, Arfacides. Los tártaros, Caan. Los albanos, Syluio, y los romanos, Cesar. (…)

  Así mismo la voz Principado, tomada materialmente por el territorio, significa toda Corona y Dominio del Supremo Príncipe, aunque haya pasado a denominarse del nombre específico de este; porque según la costumbre, el principado cuyo Príncipe se intitula Rey, se intitula Reino. El Principado, cuyo Príncipe se intitula Conde, se intitula Condado, y así de los demás (…)

Con esto queda bien entendida la unión æqué principal de Aragón, y Cathaluña, por su origen, presencia, y causa: pues habiendo instituido el Señor Emperador Ludovico Pío este Principado de Barcelona, con título de Condado, que después se extendió a toda Cathaluña, y casado su Serenísimo Príncipe, intitulado Conde, con la Serenísima Señora Reyna de Aragón, y nacido de este feliz matrimonio el Señor Rey Don Alfonso sucesor de sus ínclitos padres; quedaron por consiguiente unidos los dos principados d Aragón y Cathaluña, con sus nombres específicos de Reyno y Condado respectivamente, sin hecho de armas, y por solo los pactos, con que de principio se convino la unión, con independencia entre si; æqué principalmente, gobernándose con sus propias leyes, y con su propio Príncipe: porque cuando un Príncipe tiene muchas Coronas æqué principaliter, tiene tantas representaciones, cuantas son aquellas; y cada una le tiene por su propio, y nativo Señor; sin que pueda decirse que un Principado esté sujeto al Príncipe del otro; sino al suyo propio: (…)"

(* Æqué principaliter: tipo de monarquía compuesta - Binomio o un conglomerado de reinos, dominios o comunidades políticas, conservando cada uno la legalidad y el sistema político propio que el príncipe común tenía que respetar (Gil Pujol), puesto que el soberano lo era del conjunto porque, primero y legalmente, lo era también de cada una de las partes por separado.)
 En resumen, el "Príncipe" no es un titulo, es la condición de soberanía independientemente del título que se ostente, y el "Principado" es el territorio sobre el que se ejerce dicha soberanía. Siendo el título principal de los príncipes catalanes, el de "Conde de Barcelona" es normal que se extendiese la denominación de  "Condado de Barcelona" a pesar de tratarse de varios condados (los llamados condados catalanes), pero al ser todos ellos regidos por un mismo conde, como Príncipe, es decir, con autoridad suprema o como soberano, formaban estos una única unidad política.

 Así pues, del mismo modo que no hablamos de los condados británicos, condados irlandeses o escoceses, si no que los agrupamos en una unidad con la denominación correspondiente al título de su soberano, el término correcto, por estos condados catalanes, término que si utilizan, como hemos visto, cronistas como Lucio Marineo y otros debería ser el de "Principado de Barcelona".




Lucio Marineo Sículo  (Bidino, Sicília, 1460 – 1533)
Cronica Daragon - València 1524




Dibujo del Sg. XIII representando
al Conde Ramón Berenguer I
en campaña. Luce como distintivo
la Cruz de San Jorge, armas del
Principado de Barcelona.
Inscripción marginal "En R. Berenguer
  conde y marchia de Barchelona
  apoderador de españa" leyenda
  que concuerda con el
capítulo preliminar de los Usos,
que llama al Conde Hispanaæ
  subiugator.
(Codex X.III 14, Bib. Del Escorial)

Esta bandera fue adoptada
por la Generalitat en 1359 por ser
"las armas antiguas de Barcelona

    Volvamos ahora con los amigos pisanos y su poema. Decíamos que fue la primera referencia documentada tanto del corónimo "Cataluña" como del gentilicio corresponden, aunque se puede suponer anterior a la llegada de los pisanos en 1113.

 El Liber maiolichinus de gesto Pisanorum illustribus «Libro mallorquín de los hechos ilustres de los pisanos» es una epopeya en latín medieval que narra, en 3.542 versos hexámetros, la expedición cruzada bajo el liderazgo de la república de Pisa y el Conde de Barcelona Ramón Berenguer III en Baleares en 1113. fue escrito entre 1115 y 1117 por un pisano anónimo, probablemente clérigo. Se conserva en tres manuscritos.

 El Liber contiene las referencias más tempranas a los catalanes (Catalanenses) y en Cataluña (Catalania), tratado como la patria geografía de los catalanes (la tierra de los catalanes). Ramón Berenguer III de Barcelona se llama «dux Catalanensis» duque catalán y «rector Catalanicus hostes» soberano de los ejércitos catalanes. Ambos, Ramón y el conde de Ampurias, Hugo II de Ampurias, se alaban como «Catalanicus heros» héroes catalana. Los catalanes son «Christicolas Catalanensesque» cristianos y catalanes.


“Catalunya es nombre de terreno, 
Barcelona el título de señorío.

 No fue hasta la asamblea de Fondarella (Pla d'Urgell) del 1173, donde la Paz y Tregua de Dios se convirtió, de manos de Alfonso I, en las primeras Constituciones Reales donde se definió Cataluña. El preámbulo del texto es significativo ya que proclama claramente que la defensa de la Paz es una facultad del Soberano, "pues pertenecen al Príncipe el juicio de las cosas divinas y humanas". El Príncipe ha de frenar la guerra y establecer la paz. Esta paz se autoafirma como territorial, en tanto que se ha de defender en todo su territorio, en este caso el de Cataluña, definido aquí en señalar sus límites: una Paz y Tregua valida "de Salsas hasta Tortosa y Lleida ".

Constitutions y altres drets de Cathalunya compilats... 


 El 12 de febrero 1243 Jaume I delimitó el reino de Aragón y el principado de Cataluña con las siguientes palabras "
Y siguiendo también los pasos de nuestros predecesores, limitamos el condado de Barcelona y toda Cataluña desde Salsas hasta el Cinca ...". Según esta declaración, ajustada a los pactos de paz y tregua citados, los límites de Cataluña no diferían de los del Principado de Barcelona, es decir el Condado de Barcelona y los territorios inherentes a este como Principado. Bajo este concepto, los condes de Barcelona habían unido a este título la condición de Príncipe, tomándose el condado, bien como capital o parte principal, y Cataluña 
 como una extensión de éste o por el todo, es decir el principado de Barcelona vendría a ser lo que actualmente llamamos la Cataluña vieja.


 En cuanto al origen del nombre de Cataluña hay versiones de todo tipo, pero nuestros vecinos ofrecen también alguna nueva, o que al menos yo no había oído antes, y que transcribo:

Esteban de Garibay y Çamalloa
(Mondragón, 1533 - Madrid, 1600)


 Languedoc (o Languedoc) podría proceder de la corrupción del término «Langegoth» (Lange de Goth) es decir Lengua de godos o Lengua Gótica. Otra corriente la hace proceder de «Landt-Goth» Tierra o País de godos por haber sido parte del reino visigodo y habitado por ellos, aunque en Francia se utilizó también otros términos como Gothia o Galia Gótica.

 Varios autores creían que el nombre de "Cataluña" venía de "la Gothia-Land" País de Gòtia o Pais de godos en un dialecto germánico de la época carolingia. Sin embargo, la terminación "-lunya" (-logne), del nombre en catalunya de "Catalogne" nos guía, en el plano lingüístico, a una frase en latín "Gòtia Longa" (o "Gota Longa"), es decir "Gothia más lejos" o "la Gothia lejana" sería la Gòtia de Barcelona, en el sur de la otra Gothia, la de Tolousse, visto desde el norte. Esta interpretación refleja el hecho de que entonces había una fuerte proximidad fonética entre "Got-" y "Cat-" no acentuados.








Bibliografía:


Louis Dufour de Longuerue - 1722

Real Academia de la Historia - 1896
Fidel Fita -  Real Academia de la Historia.- 1902

Los Condes de Barcelona vindicados, y cronología y genealogía de los reyes de España considerados como soberanos independientes de su marca.

Prospero de Bofarull y Mascaro - 1836

Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.


Dominicus Aguirre Conde del Massot - 1725

Esteban de Garibay y Çamalloa - 1628






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